Seguro que te encanta comer y quieres probar recetas nuevas, incluso podrían obsesionarte algunos sabores que desearías tener siempre entre tus papilas gustativas. Si es tu caso, no te apures, es normal. Pero si de repente te obsesionas por algún sabor que nunca has probado o cambias radicalmente de hábitos alimenticios después de algún accidente, puede que tengas el síndrome de Gourmand, descrito en un estudio de la revista Neurology.
Esta patología fue descubierta a mediados de los ’80 por dos neuropsicólogos, el Dr. Landis y la Dra. Regard que estudiaron el caso de dos pacientes que tuvieron un daño cerebral y al que ese hecho traumático cambió radicalmente sus gusto por la cocina. El “síndrome de Gourmand“. Lo más destacable de este trastorno es que hace que los que lo padecen, tengan un deseo imparable por la buena cocina y por cuidar cada detalle del plato y de lo que está a su alrededor.
En el año 2009 también se detectaron dos casos más de personas que después de sufrir un accidente traumático y donde su cerebro había resultado dañado, empezaban a obsesionarse por la buena cocina, cambiaban sus hábitos alimenticios y también su relación con el acto de comer. En el segundo de los casos, un paciente con un tumor en el cerebro, esta obsesión desapareció cuando se le extirparon las células malignas.
Con el lema de “¡Siempre comer y beber!” la obsesión del paciente llegó al punto en el que la persona dejó su trabajo para dedicarse a la crítica gastronómica y a obsesionarse día y noche con la comida, la cocina y los alimentos, en general. Los doctores Landis y Regard investigaron hasta 723 pacientes con daños cerebrales en 8 años. La conclusión a la que llegaron en 1997 es que estos pacientes que padecían el síndrome Gourmand se habían lesionado la parte de la corteza orbitofrontal y que también apuntaban a cambios en la toma de decisiones, las emociones y la recompensa, y los daños que afectaban a núcleos como los ganglios basales, encargados de la producción de serotonina. Y son estas alteraciones las que provocan a estas personas sus cambios de conducta, ligados a un cambio de autocontrol que afectan a su relación con la comida.
Aunque es una patología poco conocida, nos enseña que después de algunas serias lesiones existe la posibilidad de convertirse en expertos gourmets de la alta cocina.