El Templo de los Jaguares es conocido también como el Templo de los Felinos, el primer nombre fue dado por el arqueólogo Mario Polia Meconi. Este sitio de un gran valor cultural está ubicado en la Provincia de Huancabamba (Perú) en el distrito Sondorillo a 2700 metros sobre el nivel del mar.
Se estima que las construcciones que aun nos acompañan fueron realizada durante los siglos I y II aC, los investigadores creen que el principal objetivo del lugar era rendirle culto al jaguar, que era considerado como una deidad en toda la zona. Años más tarde había sido ocupado por el pueblo incaico, quien se encarga de recubrir las pareces de una especie de arcilla color roja, como forma de rendirle homenaje al Sol.
Lamentablemente como consecuencia del enterramiento que ha sufrido esta edificación no se sabe con exactitud de que están construidas las paredes originales, no como eran en detalle las estructuras interiores, si se pudo encontrar evidencia de los peldaños que servían como forma de acceso al templo.
Al estar cubierto por arcilla de color rojo los detalles blancos que se ven se considera que responden a un patrón religioso con un significado especial, ambos colores buscan la protección religiosa de todo el pueblo.
Los hallazgos que se fueron descubriendo en la zona nos anuncia la presencia de alfileres, conocidos como pukus, además de restos cerámicos. Los pukus eran usados para la confección de tejidos que se caracterizaban por su fineza. También se supo que en este templo, como en la mayoría de los construidos en esa época, se realizaban sacrificios, tanto de hombres como de mujeres, como forma de pedirles a los dioses cosechas abundantes y excelentes épocas de lluvias.