La tostadita untada con crema de morcilla y queso de pastor dice “cómeme”. La ensaladita de alubias arroceras con verduras ecológicas y aceite de oliva virgen espera que caigas en la tentación… Sí, es el II Salón de Vinos de la Rioja Alavesa, 31 bodegas presentan sus mejores caldos, pero, desde hace algún tiempo, los vinos son más que vinos: se impone el maridaje, el saber combinar gastronomía y enología: un arte que no sólo es exclusivo de sommeliers y expertos. Lo corrobora Alberto López de Ipiña de Slow Food Araba “Cada uno nuestros platillos tiene un buen compañero en este evento. A la crema de hongos que presentamos le pega un crianza y a este gazpacho de calabaza ecológica un buen blanco fermentado en barrica le viene de perlas“.
¿Pero…qué vino escoger ante tanta oferta? ¿Cómo se las apañan las bodegas para resaltar, en tiempos de crisis, con una competencia cada vez más numerosa? Ignacio Uruñuela de bodegas de La Rica tiene una de las claves: las etiquetas. “Nosotros ofrecemos un simple zumo de uva pero con un packaging que provoca. No dejamos de lado el contenido: un caldo trabajado con una buena calidad-precio pero, a la vez, sabemos que, ante tanta masificación, tenemos que llamar la atención del consumidor. Por eso, nuestras etiquetas te regalan pasatiempos: crucigramas, laberintos y une los puntos“. No es la única bodega que le da importancia al diseño.
En Mitarte, la casualidad y el enigma de una libélula fueron la semilla para crear el envoltorio de su blanco de barrica. Ignacio Gil Orive explica que “cada vez que estábamos en plena producción de nuestro blanco aparecía una libélula…ella fue la que la que nos inspiró para diseñar la etiqueta“. En otros casos, aún sin querer, la etiqueta les ha convertido en mediáticos. Es el caso de bodegas Landaluce con su blanco Elle. La coincidencia de su nombre con la famosa revista francesa les llevó a juicio. Lo ganaron…y hoy podemos disfrutar de sus caldos. Importante es el diseño de las etiquetas y un nombre que atraiga pero también las características que los convierten en vinos únicos. “Al tempranillo no le hace falta ayuda. Somos una de las pocas bodegas que producimos vinos monovarietales 100% tempranillo” dice José Luis Hilera de las bodegas Gómez de Segura. Su filosofía les ha llevado a conseguir un crianza realmente excelente.