La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha publicado un estudio comparativo entre diferentes cremas antiarrugas. Su conclusión es que la única crema realmente efectiva es la vendida por una conocida marca de supermercados de precios bajos. La crema resultó ser también la más barata del estudio comparativo, lo que facilitó que se agotara en horas.
La OCU realiza con frecuencia estudios comparativos entre diferentes productos analizando la relación calidad-precio, desvelando en ocasiones publicidad engañosa e intentando ayudar al consumidor a elegir el producto más adecuado en el lugar a menor coste. Recientemente la OCU publicaba un informe de estas características en el que se analizaban 14 cremas antiarrugas. Como ocurre con otros productos la conclusión fue que no siempre lo más caro es lo mejor. La OCU critica que de las cremas analizadas muchas tienen precios prohibitivos atribuidos a unas supuestas propiedades que el consumidor difícilmente puede comprobar. En este caso la Organización pone incluso en duda la efectividad real de muchas de ellas.
La crema antiarrugas mejor puntuada según los criterios de la OCU fue “Cien Crema de Día Q10” vendida en establecimientos de la cadena de supermercados alemana de bajo precio Lidl a un ridículo precio de 2,99 euros, una cifra infinitamente menor que la de su competencia de grandes laboratorios dermoestéticos. Desde que se publicó el resultado el ritmo de ventas del producto se incrementó por 20 y en pocas horas los supermercados habían agotado las existencias aunque han anunciado que en breves días repondrán las estanterías con nuevas unidades. Los responsables de Lidl aseguran que no es la primera vez que uno de sus productos se agota como consecuencia de las recomendaciones de estudios de consumo.
Las críticas de la OCU sobre el precio excesivo de estos productos y la publicidad dudosa sobre sus propiedades antiarrugas ha llevado a Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (STANPA) ha defender la eficacia de “todos los productos” comercializados aunque se reconoce que en ocasiones el precio no siempre está relacionado con sus efectos rejuvenecedores. Los laboratorios justifican los precios en la “alta inversión” que se realiza en investigación y tecnología para obtener nuevas fórmulas más eficaces en las que interviene personal muy especializado de los campos de la biología, las matemáticas y de la química. A pesar de ello consideran que los productos comercializados tienen un precio menor porque se intentan buscar fórmulas similares a la original que no encarezcan en exceso el precio de venta final.