Siempre hemos usado el calor para “revivir” esos productos que están entre lo líquido y lo cremoso, como la tinta del bolígrafo que calentamos frotándolos entre nuestras manos. Pero cuando el producto está demasiado seco, como en este caso el esmalte de uñas, deberemos de aplicarle más calor que el de nuestras manos, pero teniendo cuidado ya que estos esmaltes son inflamables!
Así que si queremos volver a utilizar aquellos esmaltes de uñas que tanto nos gustan pero que con el tiempo se han hecho más espesos, solo hay que calentar agua a fuego lento en un cazo y antes de que rompa a hervir, introducimos el bote de esmalte bien tapado durante unos segundos en el cazo, como si de un baño maría se tratase. La temperatura de la olla diluirá el esmalte y le dará una textura más fluida y homogénea casi como el primer día.