Desde que en España se aprobara la Ley del Divorcio en 1981 el número de rupturas matrimoniales ha ascendido hasta estabilizarse en el año 2000 entorno a las 140.000 separaciones anuales. Pero el número de parejas que rompen antes de llegar al compromiso matrimonial es también elevado. ¿Por qué rompe una pareja?, ¿hay factores comunes entre tanta ruptura?, ¿es realmente un fracaso?.
El 2006 fue el año en el que más parejas españolas decidieron romper su relación matrimonial, ese año se produjeron 145.000 divorcios, la cifra más alta desde que entrara en vigor la Ley del Divorcio en los años 80. Con frecuencia se ha considerado que la separación es también un fracaso personal pero los valores cambiantes de la sociedad están diluyendo el drama del divorcio. En las fechas en las que los españoles empezaban a tomar contacto con la figura del divorcio el investigador estadounidense Robert J. Sternberg elaboró su conocido triángulo para el sostenimiento de la pareja. Sternberg consideraba que para que una relación de pareja funcione deben cumplirse tres factores: pasión, compromiso e intimidad. La falta de uno de estos ingredientes o su desequilibrio son los que provocan la ruptura sentimental.
La falta de comunicación es uno de los problemas comunes a todas las rupturas. En un punto u en otro se rompen los puentes entre ambos miembros y esto deriva en otros problemas aún mayores. La forma de afrontar las dificultades, los hijos, el dinero, la intimidad de cada miembro de la pareja, la rutina… son elementos de discusión diaria. Pasión y sexo van unidos. La falta de relaciones sexuales o la insatisfacción que éstas puedan provocar a alguno de los dos son también un motivo de desencuentro reduciendo la relación al cuidado del hogar y los hijos.
La situación puede ser irreversible si el silencio se instala en la pareja y la poca comunicación existente es dolorosa o sólo sirve para ofender al otro. La falta de apoyo, motivación y el ánimo hacia nuestra pareja puede hacernos caer en la rutina y dejar atrás los primeros días de la relación en la que se pone más ánimo en destacar las virtudes y aspectos positivos de nuestra pareja. La negatividad y los reproches nos hacen olvidar con el tiempo aquellos rasgos que antes tanto nos gustaban del otro.
Otro de los motivos de ruptura son sin duda las prisas por definir un proyecto de pareja. Una relación tiene diferentes fases: enamoramiento, cortejo, noviazgo… las prisas por descubrir si realmente la relación vale la pena y por definir una “hoja de ruta” pueden llevarnos a saltarnos algunas etapas que permiten crear mayores vínculos sentimentales. No debemos ser impacientes y dar tiempo al tiempo. Necesitamos tener la sensación de seguridad y de creer que no perdemos el tiempo pero también hace falta un margen para que los sentimientos mutuos se afiancen.
La decisión de la ruptura atañe sólo a la pareja, es ella y no su entorno quien tiene la última palabra sobre si merece la pena continuar. Cuando nuestra pareja es sólo un compañero de piso debemos plantearnos si no es mejor acabar con la relación. En ocasiones el temor a la ruptura es justificado por el miedo a hacer daño al otro, por comodidad o por no querer destruir lo construido hasta entonces. Si la relación se hunde lo mejor es romper de forma lo más amistosa posible. Si no somos capaces de hacer feliz a nuestra pareja debemos dejar que lo sea con otra persona. Prolongar una situación de crisis sólo comportará más daño mutuo y un desgaste en el que ambos saldréis perdiendo. Lo mejor es aprender de los errores para futuras relaciones y en el caso de tener hijos mantener una vínculo de amistad y respeto que permita la correcta educación de los menores.
Si el sexo no funciona, cuando somos infelices y los problemas se acumulan, cuando los inconvenientes superan los beneficios, cuando la rutina ha matado los sentimientos y no existe un proyecto común es mejor romper la relación. No debemos nunca entrar en una espiral de daños injustificados en el que ambas partes saldrán malheridas. Recuerda que para que una relación funciones es indispensable la confianza en nuestra pareja, el respeto de su intimidad y hacerla sentirse valorada, la pasión hará el resto…