Se le denomina psudociesis pero es más conocido como embarazo psicológico. Convertirse en madre es una de las principales ansias de muchas mujeres, cuando se llega a la obsesión puede sufrirse un embarazo psicológico. No es sólo fruto de la imaginación sino que tiene consecuencias reales, ¿cuáles son los síntomas? ¿también hay hombres “embarazados”?.
Ser madre es uno de los mayores deseos para un mujer. Es un sentimiento natural que no siempre se ve cumplido. Obsesionarse con este objetivo puede producir un “embarazo psicológico” que supera el subconsciente de la mujer llegando incluso a tener los mismos síntomas que en el caso de un embarazo real. Científicamente es conocido por el término griego pseudociesis, literalmente “falsa gestación”. El número de mujeres que desarrolla un embarazo psicológico es muy limitado, tan sólo un caso por cada 30.000 embarazadas, pero su existencia es un ejemplo del poder mental sobre la realidad.
La mujer que sufre pseudociesis tiene todos los síntomas de un embarazo pero no está desarrollando ningún feto. Esto significa que la mujer con embarazo psicológico tiene náuseas y vómitos, acentúa el sentido del olfato, aumenta el tamaño del abdomen, los pechos se endurecen y comienzan a producir leche materna, desaparece la menstruación y tiene antojos, exactamente los mismos signos que una embarazada normal. Sin embargo hay dos diferencias importantes. La más visible es el ombligo. Uno de los indicios de estar embarazada es que el ombligo está hacia afuera a causa de la presión que ejerce el feto, pero las embarazadas psicológicamente no presentan esta diferencia. Tampoco sufren cambios hormonales. Una ecografía terminará por confirmar si realmente estamos ante un embarazo real.
Los deseos de que algo se produzca puede llevarnos a alterar la realidad para adaptarla a aquello que queremos, viendo síntomas de embarazo donde realmente no existen. La ansiedad y la obsesión e incluso una cierta preocupación por no ser madres son los denominadores comunes de las mujeres con embarazo psicológico. Éste puede aparecer por la presión del entorno social, donde amigos y familiares conocidos han tenido descendencia y deseamos lo mismo para nosotros porque consideramos que es lo correcto. También surge en mujeres que aunque intentan quedarse embarazada no lo consiguen o bien por miedo al embarazo, por ejemplo tras mantener relaciones sin anticonceptivos.
La mujer puede disipar sus dudas sobre si está embarazada de forma tan sencilla como someterse a un test de embarazo disponible en cualquier farmacia pero en el caso de los embarazos psicológicos, que pueden incluso repetirse, los médicos recomiendan hacerlo en presencia médica para no caer en el autoengaño. La ecografía terminará por convencer a la paciente de que no existe feto. Tras ello se aconseja tratamiento psicológico. Este último paso es fundamental ya que un embarazo psicológico puede ser una manifestación de un brote psicótico que puede agravarse e incluso la paciente puede pensar que en realidad ha sufrido un aborto.
Los embarazos psicológicos en hombres suelen tratarse de una “contaminación” al tener a la pareja embarazada. El hombre cree tener algunos síntomas donde en realidad no hay nada. De esta forma el hombre gana peso, padece vómitos y tiene otros síntomas propios de las embarazadas. Normalmente aparece en hombres con falta de personalidad y que tienden a copiar comportamientos ajenos para llamar la atención o crear su propia identidad. La posibilidad de que un hombre quede embarazado es de momento terreno de la ficción.