Hay postres que todavía se sirven en muchos restaurantes, de esos de “toda la vida”. Platitos que endulzan el final de cualquier comida casera como las de antes.
Cuando coges la carta de postres de un restaurante típico, hay ciertos elementos que no pueden faltar. Entre ellos, el clásico limón helado, la contesa, el flan con nata, los postres de músico o la piña en almíbar. A la pregunta: “¿qué tenéis de postre?”, muchos temblarán cuando les digan que todavía pueden comerse unas natillas (de las caseras, claro!) o una copa de chocolate con nata.
Porque ahora se lleva mucho eso del brownie, el coulant y el pastel de queso con coulis de frambuesa, pero todos estos postres se ve que son demasiado cosmopolitas para los paladares de siempre. De todas formas, hay quien está convencido que zamparse un sorbete de limón helado dentro de la cascara original de dicho cítrico no es sino un gesto démodé, chapado a la antigua, vamos.
El flan con nata es otra de las opciones que se encuentran en casi todas las cartas de los bares que se precien, esos que todavía tienen menús a 9’50 euros (con postre y café!). El debate se cierne aquí en si el flan es de huevo, de vainilla o casero. Incluso los restaurantes chinos y japoneses de buffet libre han incluido este postre junto con el pudding en sus neveras.
Y algún otro postre clásico que todavía se puede encontrar es el arroz con leche (con su toque de canela) o las torrijas fritas. Sí, lo que nunca te recomendaría un dietista que comieras después de una comida copiosa. La manzana al horno, aunque podamos decir que es más sana, también se incluye en la carta de postres pasados de moda, de los que no gustan a los más modernos (al menos de puertas a fuera) pero que no pueden faltar en un restaurante de comida casera.
Y para tí, ¿cuál es el postre que ya no debería estar dentro de una carta de restaurante?