Robert Parker o el paladar por excelencia del vino. Este hombre es el gurú de todas las clases de vinos. Y cada año, como todo buen crítico, elabora una lista para premiar a los mejores de todo el mundo. Con su equipo de expertos, son los catadores que marcan el precio del mercado de un tinto o hacen que un determinado blanco quintuplique sus ventas.
Como todas las clasificaciones, esta lista Parker sobre los mejores vinos del mundo también hiere susceptibilidades. Y es que estar o no en la lista y tener cierta puntuación es básico para el negocio vinícola.
Cada año, las valoraciones que realiza desde su revista especializada The Wine Advocate son motivo de orgullo o de decepción para unas marcas u otras. De ello depende no sólo las ventas, sino el prestigio mundial de la finca que elabora el vino.
El sistema de la guía de vinos Parker se basa en una calificación que parte de una base de 50 puntos. El color y la apariencia que presente el preciado líquido le hacen sumar hasta 5 puntos más. Según la calidad de su intensidad y la diversidad de aromas, ésta puede aumentar en 15 puntos como máximo. La profundidad y equilibrio del vino en boca pueden darle 20 puntos más. La calidad general y su futuro potencial dan los 10 puntos extras a la lista final de Parker.
Según esta clasificación, los vinos que acaban con 90-100 puntos son sobresalientes. De 80 a 89 puntos están los vinos notables. Cuando tienen entre 70 y 79 están en medio de la tabla y son la gran mayoría de los vinos que se catan. Y lo que nadie quiere es estar por debajo de los 70 puntos, pues eso es signo evidente de un vino de poco valor.
La presencia de Parker es a la vez imprescindible para muchos, dado que se le considera un soporte muy importante para la producción y el reconocimiento del vino. Pero también tiene detractores. Algunos le consideran un oportunista que, sin demasiado esfuerzo, logra dar y quitar prestigio a un vino sin unos criterios muy claros.
La guía Parker tiene la importancia que se le otorga a la Guía Michelin y como ésta última sus criterios de puntuación se ponen en duda.
Robert Parker se basa en un criterio personal para otorgar una determinada calidad al vino y aunque también se tengan en cuenta las cualidades del terreno y la forma de producción, lo cierto es que el resultado de la lista Parker no acaba de convencer a todos.
De él se dice que no es imparcial y que en la guía pueden aparecer vinos mediocres en mejores posiciones que otros que ya hayan podido ser valorados según otros criterios como grandes crus.
Una de las críticas que recibe el paladar de Parker es que su gusto siempre beneficia a los vinos frutales, de crianzas cortas y de barricas nuevas, con colores vivos. Y eso implica que algunas bodegas se fuerzan a elaborar el vino de una manera que no es natural para ellos. De ello se deriva que haya viñedos y técnicas desubicadas de su zona de nacimiento. Los productores se obsesionan y algunos caen en querer hacer lo que Parker quiere, y no lo que ellos hacen de forma artesana para gustar, no sólo al gurú, sino a su público en general.
Pero sea como sea, y como toda buena guía, también hay quien no sale de visita gastro-vinícola sin la guía Parker bajo el brazo porque lo que en ella se escribe “va a misa”. Eso sí, hay que ir con la cartera preparada para hacer una cata de los vinos con más renombre.
Si quieres empezar a conocer los más distinguidos de España, empieza a degustarlos y comprueba si tienes el mismo criterio que Parker.
¡chin, chin!