Desde hace 40 años han pasado por sus recetas seis presidentes de la República Francesa. Cada uno con sus gustos, cada uno con una tendencia política diferente, pero todos bajo el hechizo de los fogones que controlaba un único chef: Bernard Vaussion.
Como la protagonista de la película francesa “La cocinera del Presidente“, Vaussion conoce a la perfección las preferencias culinarias de Georges Pompidou, Valéry Giscard d’Estain, François Mitterrand, Jacques Chirac, Nicolas Sarkozy y François Hollande. Entró a la espectacular cocina del Elíseo en 1974, primero como ayudante, y des del 2005 como jefe de cocina y cuelga el delantal en unos meses.
De Georges Pompidou explica que era un fan de la cocina tradicional y que en su mesa nunca faltaban las recetas de las diferentes regiones de Francia, cocinadas a fuego lento. El Presidente que le sucedió, Valéry Giscard d’Estain, se asentó en el Elíseo con 48 años y duró sólo una legislatura. Él quería romper con la imagen más tradicional de la presidencia del país y sus gustos culinarios también seguían esos pasos; prefería una comida ligera y más moderna y elegía personalmente los menús.
Una cocina de 500 metros cuadrados da para mucho; para inventar, sorprender, pero sobretodo, para seguir fiel al estilo que marcaba cada jefe de Estado. En 1981 llegó el primer presidente socialista de la V República, François Mitterrand. Era una persona elegante y discreta, como buen representante de la burguesía francesa. Le fascinaba el pescado, el marisco y los crustáceos. Pero el foie gras tradicional también entraba en el menú. Un hombre que creía que uno de los mayores placeres de la vida era comer bien y cuidar los detalles en la mesa.
En 1995 llegó Jacques Chirac, quien tenía devoción por la cocina regional de su país; así es que platos como la choucroute alsaciana, el cordero o las recetas con salsas no faltaban en la mesa. Ah! Y le gustaba la comida china y tampoco faltaba en su nevera una cerveza Coronita.
La modernidad en los fogones que controla – todavía – Bernard Vaussion llegó con Nicolas Sarkozy en 2007. Un cambio de rumbo y color político que significó una nueva manera de cocinar. Sarkozy quería perfección en la presentación de su mesa, sobre todo si había invitados, pero los menús debían ser simples, rápidos y sanos. El pescado y el pollo sin grandes guarniciones estaban presentes en su dieta. Incluso retiró el caviar y los quesos franceses de la lista de la compra, porque con la crisis quiso ahorrar en productos más de lujo.
Así, Vaussion fue sobreviviendo a todos los cambios de gobierno, hasta llegar al que será su último comensal: François Hollande, para quien dice que es fácil cocinar porque tiene un paladar abierto a diferentes sabores y texturas. Eso sí, una pequeña adicción al chocolate lo hace un verdadero gourmand de los postres. Pero en el día a día la ternera, el pato, los platos en salsa o el queso se sirven en la residencia oficial y Vaussion se alegra de acabar su etapa en el Elíseo con un presidente de buenos hábitos alimenticios.
¡Bon appétit!