Los chefs están en pie de guerra contra los criterios de la Guía Michelin a la hora de adjudicar sus preciadas estrellas que distinguen a los mejores restaurantes del mundo. Los cocineros dicen estar hartos de las presiones que reciben para elevar constantemente el nivel de sus platos que exige una renovación constante. Los chefs aseguran que no se sienten libres en la sus cocinas, el belga Frederick Dhooghe es el último amotinado.
Los editores de la Guía Michelin tiemblan ante la revuelta de los chefs en contra de los criterios utilizados para repartir las estrellas con las que señala mundialmente a los mejores cocineros. El chef belga Frederick Dhooge que posee una estrella por su restaurante T’Huis van Lede en Flandes, ha pedido a los editores que le retiren la distinción porque considera que ha perdido la libertad de cocinar, “quiero cocinar un pollo asado si quiero sin que sea considerado un plato vulgar” ha dicho el chef que también ha pedido retirarse de la guía gastronómica Gault & Millau.
Dhooge lamenta que la influencia excesiva que a su juicio tienen estas guías sobre los clientes y dice sentirse obligado en realizar una cocina espectacular cuando él es un “cocinero clásico” a la vez que considera su decisión “irrevocable”. La Guía Michelin otorga sus estrellas, hasta un máximo de cinco, a aquellos restaurantes que se distinguen por su creatividad, espectacularidad y presentación de los platos. También les concede entre uno y cinco cubiertos, casas en caso de los hoteles, en función del confort y la calidad del servicio. Estos criterios subjetivos han creado siempre controversia entre expertos y chefs aunque el reconocimiento mundial que supone tener una estrella Michelin supone un gran espaldarazo para darse a conocer por la puerta grande de la gastronomía.