Mantener una alimentación sana y equilibrada está en boca de todos, pero cuando alguien nos dice que no puede comer algo porque está de dieta, ¿es lo mismo que alguien que nos dice que no puede comer un determinado menú porque está siguiendo un régimen? Dieta y régimen son dos palabras que muchas veces usamos como sinónimos, pero que no significan exactamente lo mismo.
Una dieta no tiene porqué significar una bajada de peso; hay muchas dietas diferentes, incluso para engordar. Otras diseñadas según las necesidades de pacientes enfermos, por ejemplo, del corazón, con afecciones renales o con diabetes. La dieta es el conjunto de alimentos que consumimos para no tener carencias en nuestro organismo. Es decir, que “hacer dieta” en realidad es tener unos hábitos de alimentación sanos y que cubran nuestras necesidades según nuestro estado de salud. Si es más delicado o pasamos por algún periodo diferente (embarazo, lactancia, post-operatorio…) la dieta puede variar. Sobre todo, la dieta tiene que ser equilibrada y esto se consigue siguiendo unos sencillos pasos:
- Distribución correcta de los alimentos: vitaminas, minerales, proteínas, grasas y carbohidratos.
- Beber agua y líquidos en general, evitando las bebidas azucaradas o gaseosas.
- Comer despacio, teniendo tiempo de masticar bien los alimentos.
- Vigilar los excesos de cualquiera de los componentes de tu alimentación, sobre todo los lípidos (grasas).
En cambio, cuando hablamos de régimen, nos referimos a una manera de alimentarnos más estricta y que sigue unos parámetros concretos. Los periodos para hacer régimen no suelen exceder de las 6-8 semanas, dependiendo del caso y está destinado a perder peso ya sea de forma general o en algún lugar del cuerpo donde se localiza más grasa. En un régimen, normalmente, echaremos en falta algunos de los nutrientes básicos para nuestra alimentación; es por eso que su duración está determinada y no se puede alargar para siempre, como es el caso de una dieta.
En un régimen se hacen combinaciones concretas de ciertos alimentos que ayudan a bajar de peso rápida o progresivamente (lo más indicado). Para acompañar cualquier régimen es necesario practicar deporte para ayudar al organismo a quemar las grasas y a fortalecer los músculos y la piel sobrante después de bajar de peso.
Para este plan más estricto sirven también los mismos consejos que para la dieta, ya que son acciones que deberían durar en el tiempo, como comer despacio, masticando bien, beber agua y olvidar las bebidas alcohólicas, etc.
Después de hacer régimen, se recomienda hacer un seguimiento mediante una dieta equilibrada, modificando quizás la ingesta de ciertos componentes, como los hidratos de carbono y las grasas, para así, mantener el peso y también estar sano por dentro sin falta de nutrientes y vitaminas.
Ahora ya sabes si necesitas tener una buena dieta, o ponerte a régimen, una opción que tendrá que estar siempre controlada por un profesional para evitar desajustes en tu organismo o problemas graves.