El cardiólogo Valentín Fuster y el cocinero Ferran Adrià, con la ayuda del periodista Josep Corbella, acaban de presentar La cocina de la salud. Un libro que muestra cómo comer bien (tanto desde el punto de vista culinario como de la salud) y, lo mejor de todo, cómo hacerlo sin caer en la obsesión. Comer sano y disfrutar de la comida no son dos actos antagónicos. Al contrario, se puede hacer una cosa y la otra y de la suma de ambas, seguro, saldrá una persona más satisfecha con ella misma.
Tres años de trabajo en el que los autores han intentado, por encima de todo, ser lo más didácticos posibles para enseñar cómo conseguir una “salud integral“. Por ello, no sólo hablan de nutrición o de la necesidad de hacer ejercicio físico, sino de algo en lo que Fuster siempre insiste: el control del estado emocional. “Las emociones suelen influir más que las razones. Muchas de nuestras decisiones sobre alimentación las tomamos por debajo del umbral de la conciencia“, señala.
Cada vez más, aseguran, son los ciudadanos que entienden que hay que comer y vivir de manera equilibrada, gente entusiasta dispuestas a cambiar el mundo. Y ayudándoles a este fin, gente como Adrià, Fuster y Corbella, que ponen su grano de arena para que el mensaje llegue a todos. Porque son conscientes de que su popularidad amplifica el mensaje, como lo haría también si se sumarán a él nombres como Rafa Nadal o Pau Gasol. “Los niños les seguirían”, señala el propietario del considerado mejor restaurante del mundo, El Bulli.
Fuster, por su parte, también cree necesaria la intervención de los gobiernos que con sus leyes regulen, por ejemplo, la cantidad de sal en los alimentos y el empleo de grasas trans. También en la creación de un departamento específico que coordine todo lo que tenga que ver con la nutrición, producción, distribución…Es cuestión de tiempo, dice, que se adopten medidas, porque no hacerlo implicaría la bancarrota. Una sociedad con la mayoría de sus ciudadanos enfermos es inasumible desde el punto de vista económico.