El pasado día 16 de noviembre el Comité de la Unesco (ONU) eligió la dieta mediterránea como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Eligió también a otras 12 tradiciones latinoamericanas y españolas. En este caso, España, Grecia, Italia y Marruecos, impulsados por sus ministerios de Agricultura, habían presentado su candidatura en forma conjunta.

El argumento para su elección se basó en: Quienes conocen la verdadera esencia de la alimentación nacida en la cuenca del Mediterráneo saben que sin los cantos, sin las leyendas y sin el “comer juntos”, la trilogía “pan, vino y aceite de oliva” no sería más que una pauta nutricional.

Consideraron también, el hecho de que la dieta mediterránea contribuye a reducir y a evitar enfermedades cardiovasculares, diabetes, colesterol, el cáncer y muchas otras, es una dieta que se debe considerar como patrimonio invaluable.

Aún así, teniendo en cuanta los innumerables beneficios de la dieta mediterránea, ésta dieta no está aún muy arraigada en nuestro país sino al contrario, cada vez existen más personas que optan por un tipo de dieta industrializada y mucho menos sana que, a la larga, revierte sobre la salud de las personas.

“Nosotros comemos mucho menos pescado, vegetales y cereales, pero yo no le echaría la culpa a los precios sino a las costumbres –dice Schraier–. Una de las bases de esta dieta son los porotos, garbanzos y lentejas que nosotros usamos poco. Esto incluye a muchos inmigrantes que vinieron, por ejemplo de Italia, y no volvieron a comer pescado”.