A lo largo de la vida vivimos una gran cantidad de emociones, más o menos fuertes, que quedan registradas en nuestro físico de una u otra forma. En el caso de las emociones agradables y positivas estamos más predispuestos a aceptarlas y a digerirlas mientras que las emociones difíciles o dolorosas son mucho más difíciles de sostener y digerir por lo que suelen quedar mucho más registradas en nuestro cuerpo, como pueden ser muchos caso de ansiedad, nervios, estrés, etc.
Son precisamente estas emociones las que suelen llevar a muchas personas a buscar estrategias para relajarse y evadirlas y por supuesto, una de las estrategias más comunes es la de comer. Pues cuantas personas conocemos, incluidas nosotras mismas, ¿que hemos comido más de lo normal o hemos dejado de comer ante un cuadro de angustia, ansiedad, etc.?
Así pues, la relación entre el peso corporal y las emociones es muy fuerte y suele llevar, en muchos casos, a un aumento de peso e incluso al sobrepeso.
Son muchas las personas que, sin ser conscientes de su estado anímico, sienten un irrefrenable impulso de comer en abundancia o a terminarse un plato de comida aún sin estar hambrientos cuando se encuentran en un estado emocional difícil de sostener, a estas personas se las llama comedores emocionales.
Cuando se come con ansiedad podemos, sin darnos cuenta, ingerir una gran cantidad de calorías y por consiguiente, subir de peso, lo que puede agravar aún más el estado anímico y llegar incluso a una depresión. Es por esto que es muy importante tomar conciencia de como estamos emocionalmente y, a partir de allí, intentar controlar esos impulsos que al final, nos dañan.
Son muchos los casos de personas que están sometidas constantemente a dieta y aún así, cuando la dejan, vuelven a engordar o les es muy difícil adelgazar. En muchas ocasiones, estos casos son debidos al intento de controlar la comida y es aquí donde se fracasa puesto que el problema de fondo, el problema emocional, continua latente.
La importancia de aprender a sostener y digerir las emociones es primordial y a la vez, es un trabajo lento y costoso que algunas veces precisa de la ayuda de un psicólogo o un especialista.
¿Como puedo saber si soy un comedor emocional?
Si haciendo este pequeño test, contestas afirmativamente a alguna de las siguientes preguntas, podrías ser considerado un comedor emocional:
¿Siempre que comes dejas el plato vacío?
¿Comes sin tener apetito?
¿Te da hambre cada vez que miras la televisión?
¿Comes sin control un alimento que te gusta?
¿Si estás enojado, triste, solo o aburrido, te refugias en la comida?
¿No sabes reconocer si lo que sientes es hambre o un simple antojo?
¿Después de haber comido mucho te sientes arrepentido?