Durante el verano debemos saber adaptar nuestro entrenamiento a las altas temperaturas. Es posible que debamos cambiar horarios para evitar las horas de calor más intenso y sobre todo debemos concienciarnos en la necesidad de hidratarnos antes, durante y después del entrenamiento aunque no tengamos sed. El objetivo es combatir el golpe de calor.
La sudoración y la expulsión de líquidos corporales es mayor cuanto más alta es la temperatura. Si además realizamos un ejercicio intenso durante las horas de mayor incidencia solar podemos sufrir un golpe de calor. Para evitarlo debemos variar nuestros hábitos de entrenamiento durante este período evitando realizar ejercicio a mediodía y hacerlo a primera hora o al anochecer. Un buen deportista es aquel que está concienciado sobre la importancia de la hidratación, no sólo para mejorar el rendimiento sino para restablecer los niveles normales de agua en el cuerpo. La hidratación es clave antes del entrenamiento, para afrontarlo con reservas abundantes de líquido, durante el ejercicio para evitar pérdidas rápidas que nos agotarán en poco tiempo y después del entrenamiento para restablecer esa hidratación y evitar que el cuerpo sufra un golpe de calor por deshidratación.
La hidratación permite controlar la temperatura corporal durante el ejercicio, ya que el entrenamiento aumenta nuestra temperatura favoreciendo la sudoración y evaporación. El 75% de la energía empleada se transforma en calor, esto unido a la temperatura externa puede llegar a resultar mortal. Si no reponemos el líquido perdido la temperatura corporal no dejará de aumentar hasta llegar al colapso. El sudor es un mecanismo natural que permite el enfriamiento del cuerpo. La humedad puede ser un factor agravante ya que impide una sudoración continuada y por tanto limita la capacidad de enfriamiento, por ello el consumo de líquidos debe ser más importante.
El golpe de calor constituye una emergencia médica urgente y siempre aparece gracias a la combinación de ejercicio intenso, hidratación deficiente y altas temperaturas ambientales. Para prevenirlo debemos controlar nuestra temperatura corporal, más allá de los 40ºC estaremos en situación de alto riesgo. También se producen alteraciones nervisosas que producen agotamiento, pérdida de concentración, desorientación, malestar general y una disminución de nuestra capacidad de alerta que pueden acabar en un desmayo y la pérdida del conocimiento. La falta de sudor y el enrojecimiento de la piel son claros síntomas de deshidratación por no hablar de las diarreas y vómitos durante el entrenamiento.
Esta situación de deshidratación puede afectar de forma irreparable a los órganos vitales llegando incluso a provocar la muerte. Si detectamos alguno de estos síntomas debemos finalizar el ejercicio inmediatamente e hidratarnos y refrescarnos sin provocar disminuciones bruscas de la temperatura corporal. Es fundamental evitar las horas de mayor incidencia de los rayos solares y beber sin necesidad de tener sed, ya que no es un indicador fiable de las necesidades de hidratación de nuestro cuerpo. Ante cualquier eventualidad debemos pedir ayuda inmediatamente a otras personas o llamar a los servicios de emergencias médicas.
La prevención del golpe de calor es sencilla y aunque nos consideremos a salvo puede afectar a cualquier tipo de deportista, incluso los más experimentados. Este verano no olvides tu botellín de agua siempre cerca de ti.